domingo, 18 de septiembre de 2011

Organizar la dentidad rural


FORO:
Perspectivas de la planeación para el desarrollo agropecuario en México


PONENTE: Dr. José Alfredo Loera Esparza
Mesa 4: Uso y aprovechamiento de los recursos económicos, naturales e impacto ambiental
TEMA: Organizar la identidad rural mexicana
Objetivo:
Presentar una propuesta de organización productiva en función de las necesidades, procesos y recursos que determine el papel del actor social



El hombre del campo dialogaba con la naturaleza, no en el sentido metafórico, sino porque observaba la realidad y respetaba sus ciclos productivos y reproductivos, lo que generaba una relación más armónica y sobre todo, perdurable.
Introducción:
Conforme ha pasado el tiempo, considerando como punto de partida la fundación de la Licenciatura en planificación para el desarrollo agropecuario, y aplicando el principio de que el planificador es un investigador social, puedo decir que la realidad para el ámbito rural, como contenedor de sectores y procesos, ha continuado una trayectoria de transformación cada vez más vertiginosa conforme la modernidad se lo exige.
Claro que esto no es nada nuevo, ya que cualquier cultura, incluyendo la campesina, nunca ha estado en equilibrio ni ha sido armónica. En realidad siempre están evolucionando, al añadir nuevos elementos que mejoran o cuando menos cambian, en mucho o poco su interrelación cultural y con el territorio en el cual se ubican. Obsérvese que la realidad cambia más rápido que cualquier cultura. En este sentido, el campesino se encuentra entre dos fuerzas, que lo retienen pero lo expulsan (lo rural) y que lo atraen pero lo rechazan (lo urbano). Este limbo lo hace enfrentar un doble conflicto cuando la cultura cambia, pero su estructura económico – productiva no tiene los recursos para adaptarse a tales cambios, lo que no le permite conservar su identidad, ni alcanzar los parámetros necesarios para ser parte de la nueva forma de interrelacionarse: la urbanización del campo.
Así, aunque han habido cambios de paradigmas y maneras de vivir, tales como modificaciones en las relaciones sociales y personales que poco o nada tienen que ver con generaciones anteriores, además de fenómenos aunados a la muerte del campesino tradicional con el surgimiento del nuevo profesional del campo e incluso las trasnacionales agropecuarias, a la feminización de la agricultura y a la cuasi total urbanización (en su forma pirata) del habitante del campo . O, como lo plantea Moreno (2003), “la introducción de la industria en áreas usualmente consideradas agrícolas, la diversificación de las actividades productivas en el campo y sobre todo la asimilación de valores y patrones de comportamiento antes identificables únicamente en las ciudades, hacen cada vez más difícil precisar la identidad de lo rural”.
Ante este fenómeno de cambio de lo previo establecido, “la literatura sobre la nueva ruralidad, al menos en Europa, intenta dar respuesta a la interrogante de qué es lo rural en sociedades en las cuales: 1. existe un acelerado proceso de contraurbanización o suburbanización como consecuencia de un mayor consumo de los espacios rurales por las industrias de la construcción turística, recreacionales y ambientales; 2. está ocurriendo una profunda transformación en las actividades primarias e incremento en el empleo en las actividades secundarias y terciarias y; 3. los patrones culturales y de vida rurales –frecuentemente percibidos como atrasados- están siendo rápidamente transformados ante el avance de valores vinculados a la modernidad, es decir, a estilos de vida urbanos. Para unos, estos cambios han hecho innecesaria la categoría rural” (Gómez, 2001: 9)
Esta desarticulación es observable al ver cómo la construcción del espacio por parte de esos campesinos muestra la ruptura con una identidad cultural y aun con el espacio natural a través de la figura cuadrada de sus casas, ahora de materiales industrializados como tabicón, cemento y acero que rompen la anterior relación del campesino con clima y suelo, lo cual muestra una integración marginal y pobre hacia la modernidad, Así, ahora el altar de la casa es ocupado por la televisión, el DVD, el estéreo, la computadora y el espejo, elementos que rompen toda pertenencia con unidades comunitarias como la familia, la unidad productiva, la comunidad local.
Hablo de un sector productivo agropecuario que cada vez abandona más las superficies amplias de la tierra como insumo y vínculo cultural, para producir en invernaderos e incluso laboratorios, con semillas y productos que cada vez olvidan más la importancia del sabor, algo que pocos defienden como un valor importante de la cultura, para sólo crear productos modificados genéticamente, que rellenen al consumidor, pero es un hecho que no podemos negar que esta nueva generación de productos alimenticios “también puede ofrecer provecho para otro de los principales actores en el desarrollo y utilización de productos transgénicos: las empresas procesadoras de alimentos” (González y Chauvet: 2008, p.207).
La gente mexicana, la verdadera gente mexicana, escoge sus ingredientes lo más criollo, silvestre o natural posible conservando el sabor de la tierra, que une y da identidad a las comunidades rurales a través de la cocina. Así, apropiarse de la importancia del sabor y del esfuerzo en cocinar implica una actitud comunitaria al agregar valor propio a los condimentos, labor trascendente de quien domina esta actitud y quiere dejar algo de sí entre los suyos. Ahora la dominante es no dar sino esperar recibir. ¿Dónde queda la idiosincracia de una nación si sólo come sopas industrializadas o comida por kilo? Lo que es seguro es que la globalización no dará la respuesta y sí incrementará la pregunta.

Desarrollo
Una modernización sin identidad
Bajo este breve contexto, vemos cómo el abandono del campo requiere la búsqueda de nuevas opciones para la generación de recursos para quienes se ven obligados a permanecer en las comunidades rurales y desconocen más allá de la producción agrícola o ganadera extensiva, ya que esta población joven “difícilmente tendrá acceso a la tierra, y cuyas posibilidades de obtenerla están prácticamente canceladas, por lo que demandan opciones económicas alternativas” (Robles, 2008: p. 342). Estos campesinos tradicionales aunque produzcan no tienen totalmente claro por qué “las actividades agrícolas se están reduciendo en las zonas rurales desde el punto de vista de las personas involucradas y de los ingresos generados, en tanto que las actividades no agrícolas están aumentando, en particular aquellas ligadas a la prestación de servicios” (Da Silva, 2000).
Así, ante este abandono se deben generar nuevas actividades económicas que, ubicadas en el espacio rural, den a sus habitantes los recursos necesarios cuando menos para su sobrevivencia a grado tal que absorban esa mano de obra nacida dentro del ámbito rural, y permanezca y trabaje en él sin necesariamente ser campesino. Por otro lado, es necesario buscar estrategias para que la fracción económica agropecuaria pueda producir de forma que obtenga un precio más proporcional a sus costos y necesidades. En este sentido, “se puede observar una revalorización de lo rural, entendida no como una ‘vuelta a lo rural’ sino como un cambio sobre lo rural” (Wilches, 2000: 2). Para ello, el replanteamiento del sector agropecuario se vuelve más necesario por otro fenómeno que es el envejecimiento y muerte productiva del campesino, al observarse que “la cuarta parte de los ejidatarios son adultos mayores a 65 años- y que sus hijos prefieran permanecer en Estados Unidos es alarmante, porque evidencia que la agricultura bajo las condiciones actuales no es considerada como una opción rentable por las nuevas generaciones” (Seefoó, 2008: p.22). Esta situación está dando un giro muy distinto al destino de las tierras agrícolas al manejarse con valores diferentes al productivo, siendo actualmente utilizada como una garantía de bienes raíces, seguro de vejez, valor de cambio, habitacional y otros.
Así “el valor de la tierra se ha separado, de manera progresiva, pero al parecer irremediable, de su calidad y uso agropecuarios, en especial en espacios donde puede ser convertida en suelo urbanizable. El precio de la tierra ha dejado de estar determinado por su uso productivo, por el valor posible de las actividades agropecuarias. Cada vez más la tierra adquiere valor como patrimonio para tener, mantener, usar, vender o transmitir, pero sin que el eje sean las actividades agropecuarias” (Arias, 2008: 377).
Aunque la desaparición del sector productivo más atrasado nunca se ha llevado a cabo como tal, en realidad se plantea su desarticulación productiva y social, lo que impide su reproducción como unidad para en pocas palabras, ya no produzcan sus bienes satisfactores, ni consuma su fuerza de trabajo en su interior, ni sean autogestivos. Pero tampoco se desea integrarlos al nuevo sistema urbanizado de producción, ya que la plusvalía que se obtiene de ellos vía exacción, de compra – venta de productos y mano de obra no calificada, es mayor que si los integrara al sistema a través de la educación y otros medios; además de dejar sin trabajadores ese sector de la economía relativo a todos los servicios que no requieren preparación profesional (barrenderos, lavacoches, albañiles, cargadores, soldados, policías…) y que se reproducen en estos espacios. Así, fenómenos como la desarticulación, migración y muerte, dejan en la indefensión al campesinado y se ven encuadrados por otro que da estas nuevas características a la ruralidad, y es que los habitantes del espacio rural no poseen el conocimiento para desenvolverse en el ámbito urbano y por ello son agredidos y expulsados por las ciudades. También las condiciones de pobreza y las actividades vinculadas a la misma, detienen y amarran al campesino en sus lugares de origen donde cuando menos puede allegarse los mínimos satisfactores para alimentarse ese día. Aun más, “por paradójico que parezca, la recuperación económica podría ser la amenaza más grave para la sobrevivencia del sector agropecuario: si los agricultores tradicionales, presionados por las condiciones actuales – desinversión, falta de protección, choques de precio y la nula remuneración de sus valiosos servicios ambientales – encuentran mejores oportunidades de empleo en las zonas urbanas, podría huir del campo en números más alarmantes” (Wise, 2008: 175).
Aun más, la idea de la desaparición del campesino, a través de desarticular la producción agropecuaria, no es suficiente, ya que el campesino como tal es en realidad un productor polivalente, con una serie de actividades organizadas en una relación espacio – temporal que al desarticularlo en una de sus actividades, afecta todo su entorno, en efecto dominó y genera una nueva realidad, cual teoría del caos.
Poco a poco pero de manera sostenida, este actor rural está siendo despojado de las características culturales que lo permeaban, le daban sentido y posesión a las comunidades que dentro del campo habita(ba)n, campesinos indígenas o no, sintiéndose dueños, y por tanto con el derecho a reclamar su riqueza. Cómo se hace esta desarticulación? “a través de la carencia completa de condiciones de reproducción social en las comunidades rurales, generando sólo relaciones basadas en el determinismo económico de una economía territorial” (Sepúlveda, 2003), donde los habitantes de este espacio, sólo se vuelven un insumo, mercancía o consumidor por medio de los valores de cambio dentro de los procesos de producción de bienes destinados al mercado.
En cuanto a las políticas oficiales, “de manera general, las nuevas y diferentes técnicas agrícolas son introducidas en el sector rural por el Estado en asociación con las empresas transnacionales productoras de agroquímicos y maquinarias e implementos agrícolas de los países centrales, particularmente Estados Unidos” (Palacios, Ledesma, 2008: 57). En este sentido, es alarmante que “92% de la semilla que se comercializa procede de empresas privadas y sólo un porcentaje muy pequeño de los materiales proviene en la actualidad de una institución gubernamental, el Instituto nacional de investigaciones forestales, agrícolas y pecuarias (INIFAP)” (Espinoza, et al., 2008: 234) nuevas técnicas e insumos que buscan crear las condiciones idóneas para que las grandes compañías de agronegocios obtengan ganancias en la producción de alimentos ya que como efecto perverso, “la mayor parte de las modificaciones genéticas van encaminadas a la dependencia en la utilización de los herbicidas patentados por ellos mismos” (Lazos, 2008: 483). Además, el Estado cambia en los productores y sus familias valores culturales (alimentación, figura esbelta, consumismo, propiedad privada, pago por cualquier trabajo, …) pero no se le enseña a ser productivo en el sentido de su autosustentabilidad, sino a ser productivo para el sistema – mercado.
Pero para lograr esto las grandes compañías apoyadas por el Estado requieren eliminar el costo cero en la obtención de alimentos, que se maneja en la economía campesina. ¿qué es el costo cero? Una elucubración surgida de la utilización que hace el campesino tradicional de sus bienes de uso (semillas, plantas madre, agua, etc.) y aun de los desechos de los mismos (abono de la vaca de traspatio, restos de la comida…) así como de la fuerza de trabajo familiar sin remuneración monetaria; y en este sentido, qué decir del cochino escarbador y de las gallinas plagueras.
Toda esta energía reusada y reciclada dentro de la unidad familiar es un dolor de cabeza para el sistema mercado dominante, ya que todos los bienes satisfactores que circulan en el interior de la misma no se vuelven mercancías, y por lo tanto, no dejan ganancias al mercado. Más aun, al interior de la unidad familiar se da un constante mejoramiento genético a través de la selección de las mejores semillas, el acodo y otras técnicas para obtener plántulas del mejor árbol, y otros tantos mecanismos que han llevado a la mejora contínua de vegetales y animales. Por desgracia, esta selección cuasi natural y totalmente acorde con el ambiente está siendo cortada en su desarrollo, por las técnicas de laboratorio patentadas en sus diversas modalidades, obteniendo sólo metabolitos secundarios o modificando genéticamente. Con esta dinámica de que todo debe pasar por el mercado, se genera un acaparamiento de los insumos para obligar a su compra al productor, quien así no tiene posibilidad alguna de controlar el proceso productivo, volviéndose sólo un vehículo intermedio que agrega su valor entre las compañías productoras de insumos y el mercado que se apropia de la parte restante, generada por el manejo de la energía vuelta mercancías.
Como efecto directo de esta transformación, ahora sí el costo de los insumos hace que los alimentos sean cada vez más caros, y así el sistema mercado dominante obtiene márgenes de ganancias cada vez más amplios, cuando la lógica con ética, debiera plantear que el hombre logre obtener sus alimentos de la manera más orgánica, simple y socialmente adecuada, sólo que “nos encontramos con una búsqueda tecnológica orientada a incrementar los costos de producción a costa aun de los más pobres, ya que en ningún momento la investigación orientada por el mercado quiere solucionar los problemas de los habitantes del campo ni de sus productores de economía campesina; esto es, se intenta cancelar en primera instancia los esfuerzos de grupos de científicos e ingenieros, promotores directos de las soluciones apropiadas a las necesidades y demandas de los productores” (Palacios, Ocampo, 2008: 65)
De seguir esta tendencia, ¿cuál es el destino de la humanidad, cada vez más cara, más alejada de la naturaleza, más artificial, más individualista? Mientras sigamos creyendo que el destino no nos alcanza, la tendencia es, una parte rica de la humanidad a costa de la otra.

Cierre
Retomar el principio de la organización en función de la necesidad
Pero, como planificadores, ¿qué podemos hacer para que el ámbito rural sea funcional dentro de esta realidad cada vez más dinámica, que parece no tener compromiso alguno con pasado, sociedad y futuro? La respuesta ha estado en el consciente y subconsciente de todos los actores sociales involucrados: productores, profesionistas para el campo, funcionaros públicos y en general, todos aquellos que directa e indirectamente dependen de los recursos naturales y su posibilidad de generar bienes satisfactores; la palabra mágica es organización.
Cabe preguntarse ¿por qué no han sido eficientes muchos de aquellos grupos sociales organizados para la producción, ya que “a pesar de la existencia formal de un gran número de organizaciones económicas, en los hechos no operan debido a diversos motivos: dificultades financieras; problemas administrativos, contables o fiscales, de crédito y de capital; utilización de tecnologías que no le permiten competir en los mercados; falta de capacitación en los nuevos esquemas productivos; conflictos internos derivados de un manejo inadecuado de los recursos; además de razones políticas o por falta de compromiso de los socios” (Robles, 2008: 343).
Posiblemente todos estos fracasos estén en función de la falta de identidad comunitaria, que en mucho de su esencia ha sido sustituida por nuevas identidades colectivas (no son lo mismo que comunitarias), que suman individualidades sin necesariamente plantearse un fin común.
Sara Lara (1999:38), considera en cuanto a la importancia de la organización que “en el campo mexicano se está llevando a cabo un modelo de agricultura flexible, caracterizado por cinco elementos: 1. diversificación productiva, 2. orientación de la producción hacia nuevos nichos de mercado interno y externo, 3. incorporación de nuevas tecnologías, 4. descentralización de las estructuras de las grandes empresas, 5. nuevas formas de organización del trabajo que afectan al mercado de trabajo rural que en ocasiones conducen a la adaptación o refuncionalización de formas de producción tradicionales (Lara, 1998: 87). Según las observaciones y resultados de la investigación realizada en el campo tabacalero nayarita en los años 2004 – 2006, estos cinco puntos coinciden en la reestructuración de este sector, sin embargo, Lara plantea que la reestructuración productiva descansa en el quinto elemento: nuevas formas de organización del trabajo” (Cayeros, 2008: 115).
De igual manera, De la Garza (1993: 41) plantea que “la reestructuración productiva se ha basado en tres aspectos interconectados: tecnología, organización y relaciones laborales… La innovación tecnológica no es un factor determinante para la producción, como sí resultó ser la (re)organización de los procesos productivos y las relaciones laborales”.
Los planteamientos anteriores sugieren que el factor humano, a la vez que es básico para la consecución de objetivos, también es la causa principal del error; razonamiento lógico en el sentido de que, todo aquello no natural, ha sido creado por el hombre, y por lo tanto, su falla es atribuible al mismo (tecnología, procesos, productos), al interconectarlos (organizarlos) de manera no adecuada para el objetivo específico.
Pero la organización ha sido tan mal entendida socialmente como ocurre con la democracia . Esto es, creemos que la democracia es el derecho a participar en la selección de representantes, así como en la toma de decisiones. Cosa similar ocurre con la noción de organización, donde consideramos que primero nos debemos organizar para determinar el rumbo de nuestras acciones, logrando acuerdos y repartiendo todo equitativamente.
Aunque pueda sonar contradictorio, la toma de decisiones no es en sí el objetivo de la democracia, La decisión, corresponde a la formalización de la acción que ha de desencadenarse en cada etapa del proceso continuo o continuum que deberá llevar a la consecución del objetivo deseado; Así, el fin es que esas decisiones se vuelvan hechos, acciones concretas que beneficien a todos aquellos que optaron por una decisión y un representante en especial que sea su vehículo, para que diera solución a sus necesidades.
La organización, por su parte, no responde al grupo colegiado como tal, sino al igual que la democracia, a la satisfacción de necesidades que se fijan en los objetivos; Los objetivos, actúan como puntos de referencia durante el desarrollo del proceso y por ello, todas las acciones concebidas durante el proceso de planificación deben estar, directa o indirectamente, relacionadas con los objetivos que han de cumplirse. En este sentido, planificar significa anticipar el curso de acción que ha de adoptarse con la finalidad de alcanzar una situación deseada. Tanto la definición de la situación deseada como la selección del curso de acción forman parte de una secuencia de decisiones y actos que, realizados de manera sistemática y ordenada pretenden alcanzar los objetivos. Los objetivos mal definidos o la falta de atención para la contribución que corresponde a cada una de las acciones para la consecución del objetivo, son factores que conllevan necesariamente a un grado de eficiencia inferior al deseado. Cada organización por lo tanto, debe responder a una necesidad específica, a la que para darle solución, es necesario estructurar en un proceso.

Conclusión
Organizar el sector social de una manera acorde a la actualidad, implica estructurarlo en su esencia funcional; esto es, no se trata únicamente de generar nuevas estructuras socio – organizativas, sino y principalmente, organizar los componentes físicos, naturales y económicos, que creen una unidad funcional, la cual servirá de soporte al elemento social.
La finalidad de organizarse conllevará como efecto el beneficio de quienes estuvieron dispuestos a responder a un proceso mediado por la organización; esto implica en esencia ir en contra de uno de los valores básicos del sistema – mercado que es la individualización de la existencia, al ser necesario ponerse a disposición de la pertenencia a un grupo mayor: unidad productiva familiar, ejido, comunidad, barrio, pueblo, etc., mas no significa en ninguna forma privar al individuo de su esencia; por el contrario, es darle sentido de pertenencia a algo que es tangible: la otredad expresada como comunidad y los valores y sabores que le dan cohesión dentro de la naturaleza productiva de los procesos.
Cierro entonces volviendo al planeamiento inicial: leamos la realidad para entenderla y estar en armonía con ella.

Bibliografía consultada
Arias Patricia, De la redistribución a la titulación. Los campesinos en dos modelos de reforma agraria, En: Seefoó Luján José Luis, coord., Desde los colores del maíz: una agenda para el campo mexicano, El colegio de Michoacán, vol. I, colección debates, Zamora, Mich., 2008
Cayeros López Laura Isabel, Somos patrones y mozos. Reestructuración de la rama tabacalera en los valles de Nayarit. En: Seefoó Luján José Luis, coord., Desde los colores del maíz: una agenda para el campo mexicano, El colegio de Michoacán, vol. II, colección debates, Zamora, Mich., 2008
Da Silva José Graziano, Movimientos sociales, gobernanza ambiental y desarrollo territorial, Brasil, 2000
Diéguez Alberto José, Guardiola Albert María de la Paloma, Reflexiones sobre el concepto de comunidad. De lo comunitario a lo local, de lo local a la mancomunidad. Archivo del portal de recursos para estudiantes. http://www.robertexto.com/archivo7/comunidad.htm
Espinoza Calderón Alejandro, Turrent Fernández Antonio, Tadeo Robledo Margarita, Gómez Montiel Noel O., Sierra Macías Mauro y Caballero Hernández Filiberto, Importancia del uso de semilla de variedades mejoradas y nativas de maíz en México, En: Seefoó Luján José Luis, coord., Desde los colores del maíz: una agenda para el campo mexicano, El colegio de Michoacán, vol. I, colección debates, Zamora, Mich., 2008
Gómez E. Sergio, ¿Nueva Ruralidad? Un aporte al debate, en: Estudos Sociedade e Agricultura, 17, outubro 2001: 5-32., http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/brasil/cpda/estudos/dezessete/gomez17.htm, (consultado em 22 de julho de 2011)
González Rosa Luz y Chauvet Michelle, Controversias y participación social en bioseguridad en México. El caso del maíz transgénico. En: Seefoó Luján José Luis, coord., Desde los colores del maíz: una agenda para el campo mexicano, El colegio de Michoacán, vol. I, colección debates, Zamora, Mich., 2008
Lazos Chavero Elena, La fragilidad de la biodiversidad. Semillas y suelos entre una conservación y un desarrollo empobrecido. En: Seefoó Luján José Luis, coord., Desde los colores del maíz: una agenda para el campo mexicano, El colegio de Michoacán, vol. II, colección debates, Zamora, Mich., 2008
Muñoz Wilches, Luis Alfredo. El nuevo rol de lo rural. Pontificia Universidad Javeriana. Seminario Internacional, Bogotá, Colombia. Agosto de 2000 http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/rjave/mesa1/munoz.pdf (consultado en 22 de julio de 2011)
Palacios Rangel María Isabel, Ocampo Ledesma Jorge, Políticas de mecanización agrícola. La necesidad de la soberanía nacional, En: Seefoó Luján José Luis, coord., Desde los colores del maíz: una agenda para el campo mexicano, El colegio de Michoacán, vol. I, colección debates, Zamora, Mich., 2008
Robles Berlanga Héctor M., Construyendo nuevos caminos para el mundo rural, En: Seefoó Luján José Luis, coord., Desde los colores del maíz: una agenda para el campo mexicano, El colegio de Michoacán, vol. I, colección debates, Zamora, Mich., 2008
Seefoó Luján José Luis, coord., Desde los colores del maíz: una agenda para el campo mexicano, El colegio de Michoacán, vol. I, colección debates, Zamora, Mich., 2008
Sepúlveda Sergio, Rodríguez Adrián, Portilla Melania, El enfoque territorial del desarrollo rural, Instituto interamericano de cooperación para la agricultura IICA, Dirección de desarrollo rural sostenible, San José de Costa Rica, 2003.
Wise Timothy A., Estado de emergencia para el maíz mexicano. Proteger la agrobiodiversidad apuntalando la economía mexicana, En: Seefoó Luján José Luis, coord., Desde los colores del maíz: una agenda para el campo mexicano, El colegio de Michoacán, vol. I, colección debates, Zamora, Mich., 2008

Dr. José Alfredo Loera Esparza

martes, 10 de agosto de 2010

1.2 El México rural,[1] Desarrollo rural y fomento agropecuario. Lineamientos estratégicos de política.
1.3 II. La planificación del desarrollo agropecuario.[2]

1.4 VIII. Modernidad y ecología: las múltiples dimensiones de la crisis planetaria[3]
1.5 Una estrategia de desarrollo rural integral, sustentable y equitativo[4].
1.6 Geilfus Frans, (2001), 80 herramientas para el diagnóstico participativo. Diagnóstico, planificación, monitoreo, evaluación, SAGARPA, INCA RURAL, IICA, México
1.6 Diagnóstico Participativo: Análisis de Problemas y Soluciones
9 Análisis de problemas y soluciones




2.2 Agricultura orgánica versus agricultura industrial. Su relación con la diversificación productiva y la seguridad alimentaria Daniel Cáceres[1]
2.3 La empresa rural
Diseño de empresas 44 Organizaciones que perduran 2
Diseño de empresas 49 Números y nombres raros[2] (1)


2.4 Sustentabilidad de la producción agropecuaria y forestal: análisis y manejo de agroecosistemas
**
Diseño de empresas 29 anexo solicitud de apoyos pespro 1-9


Mercados de trabajo agrícola y migración indígena.[1] la montaña de guerrero, Beatriz Canabal Cristiani[2]

Diseño de empresas 34 Caso disputa por el mercado
Diseño de empresas 28 anexo 1-3 guía norma pespro
3.3 Boada, M., Toledo, V., (2003), El planeta, nuestro cuerpo. La ecología, el ambientalismo y la crisis de la modernidad, sep-fce, col. La ciencia para todos, núm. 194, México.
Primera Parte Por MARTÍ BOADA
3.4 guía normativa pespro1

3.6 Sociedad urbana y medio[3]
[1] J. Luis Seefoó Luján, coordinador, (2008), Desde los colores del maíz, una agenda para el campo mexicano, colección debates, vol. II, El colegio de Michoacán
[2] Universidad Metropolitana Unidad Xochimilco.
[3] Boada, M., Toledo, V., (2003), El planeta, nuestro cuerpo. La ecología, el ambientalismo y la crisis de la modernidad, sep-fce, col. La ciencia para todos, núm. 194, México.




[1] Ingeniero Agrónomo (Universidad Nacional de Córdoba), PhD (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina). Profesor Adjunto. Departamento de Desarrollo Rural, Facultad de Ciencias Agropecuarias, Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). CC 509, 5000, Argentina; e-mail: caceres@agro.uncor.edu.

[2] Material elaborado por el Dr. V. Horacio Santoyo C., Dr, J. Reyes Altamirano C. y Manrubio Muñoz R.
[1] Mendoza, J., (2000), Desarrollo rural y fomento agropecuario. Lineamientos estratégicos de política, tendencia y solución, a.c., México.
[2] Montero, et al, (1986), La planificación del desarrollo agropecuario, vol.1, col economía y demografía, SXXI, textos del Instituto latinoamericano de planificación económica y social, 5ª ed., México.
[3] Boada, M., Toledo, V., (2003), El planeta, nuestro cuerpo. La ecología, el ambientalismo y la crisis de la modernidad, sep-fce, col. La ciencia para todos, núm. 194, México.
[4] Mendoza, J., (2000), Desarrollo rural y fomento agropecuario. Lineamientos estratégicos de política, tendencia y solución, a.c., México.

Planeación rural en México programa

Universidad nacional autónoma de México
Facultad de estudios superiores Aragón
Licenciatura en planificación para el desarrollo agropecuario
Planeación rural en México

Objetivos educacionales.
Conocer la interrelación de los espacios rurales; las relaciones del sector primario con los sectores secundario y terciario, en cuanto a sus mecanismos de generación y apropiación de la riqueza, los orígenes, objetivos, metodologías para ello, así como el marco institucional y privado para planear las formas de operación, ejecución y evaluación del proceso económico de manera sustentable.

Unidad 1.

Instituciones en la planeación de la sustentabilidad del sector primario.
1.1. Función histórica del estado en el sector rural.
1.2. Funciones actuales del estado sobre el sector rural.
1.3. Planeación del ámbito rural como una de las facultades del estado.
1.4. Búsqueda de la soberanía y sustentabilidad del sector rural ante el neoliberalismo.
1.5. Búsqueda institucional de la equidad en el desarrollo entre campo y ciudad.
1.6. Revaloración del sector rural en la generación de riqueza para impulsar el desarrollo.

Unidad 2.
Sector agropecuario como fuente primaria de riqueza.
2.1. Materias primas como fuente de riqueza.
2.2. Polarización de las actividades urbanas e industriales con las rurales en la apropiación de la riqueza.
2.3. Factor empresarial en el campo.
2.4. Institutos de investigación agropecuario y sus resultados.
2.5. Articulación de las actividades productivas humanas con el medio natural.
2.6. Necesidad del vínculo: profesional para el campo-productor rural.

Unidad 3.

Instrumentos de política económica dirigidos al sector primario (1936-1998).
3.1. Causas de la distribución de los hombres y los programas oficiales para su atención.
3.2. Principales programas productivos y sociales del sector público.
3.3. Papel del sector primario en el modelo de acumulación del país, así como sus relaciones intersectoriales.
3.4. Programas de estímulo a la producción.
3.5. Sistemas de ciudades para el crecimiento y desarrollo.
3.6. Polarización del crecimiento entre el campo y la ciudad.

Unidad 4.

Planeación del financiamiento, inversión y rentabilidad en el ámbito rural.
4.1. Trasnacionales en la organización territorial rural.
4.2. Unidades privadas agropecuarias.
4.3. Unidades colectivas de aprovechamiento de los recursos agropecuarios.
4.4. Planeación de las actividades productivas a través de consultorías agropecuarias.
4.5. Modernidad y modelos alternativos nacionales.
4.6. Tipo de instituciones financieras del sector productivo rural.
4.7. Tipología de sujetos de crédito del sector rural.
4.8. Necesidad de proyectos productivos previos al financiamiento.